Septiembre trae consigo no sólo la temida vuelta al cole, si no que también marca el final de los festivales estivales, si bien es cierto que en los últimos años la temporada festivalera se ha extendido a otros meses del año. En este caso, el último al que hemos asistido es el Jardín de las Delicias, que regresaba a la capital el pasado 23 y 24 de septiembre para celebrar su tercera edición, teniendo lugar por primera vez en dos días en vez de uno como venía haciendo anteriormente.
Colgando el cartel de aforo completo tanto el viernes como el sábado, el Recinto Cantarranas de la Universidad Complutense de Madrid volvía a abrir sus puertas tras dos años de parón debido a la pandemia. Y había ganas, muchas ganas, de festival, ya que desde primera hora del viernes fueron numerosos los festivaleros que se acercaron a disfrutar de Pol 3.14, que era el encargado de inaugurar el escenario principal y poner a la gente a bailar con su Jóvenes eternamente, Bipolar, Lo que no ves y el resto de hits de la banda.

Tras este subidón de energía, llegaba el turno de 84. La mítica banda retomaba su actividad en 2019 tras varios años de descanso y lo hacía, de hecho, en la anterior edición del Jardín de las Delicias, a donde regresaban este viernes con ganas de darlo todo en el escenario, deleitando a todos los presentes con canciones como Tormenta Sideral, con la que abrían el show, El Pasado, La hierba bajo el asfalto, El Error o Gravedad, tema inédito que lanzaron este mismo mes de septiembre y que marca una nueva etapa para el grupo. Cerraban el concierto con Esquinas de Madrid, dedicada a la capital y al festival que plantó la semilla de su vuelta a los escenarios tras varios años de parón indefinido.



Marlon y Taburete se adueñaban a continuación del escenario principal, mientras nosotros nos trasladábamos al Escenario Bosque para ver a Los Flamingos y Sergio Rojas, quienes a pesar de tener grandes competidores en el escenario principal, lograron reunir a un buen número de seguidores para disfrutar de sus directos.



Los de Tudela, nos contagiaron con su energía mientras bailábamos al ritmo de las canciones de su último disco, «Salto al vacío», como Algo, Volver a casa, Querernos a deshoras o Luchando en el infierno, que como siempre digo, es una de mis favoritas. Por su parte, Sergio Rojas nos transmitía su optimismo y sus ganas de dejarse la piel en el escenario y a pesar de sufrir algunos problemillas técnicos con la guitarra (cosas del directo), supo ganarse al respetable con Pecado, Quemarropa o uno de sus temas más pegadizos, Carne de Cañón, logrando convertir el Escenario Bosque en toda una fiesta, que terminó con El mundo en mis manos, cantando un trozo de la canción a capella, y recordándonos que estará el próximo 24 de noviembre en la Sala Copérnico de Madrid. Las entradas ya están a la venta en http://www.tomaticket.es. Nosotros, desde luego, no pensamos perdérnoslo.


El final de esta primera jornada se acercaba, pero antes quedaban dos grandes nombres del cartel por disfrutar, Leiva y Sidonie. Ambos, dieron dos grandes conciertos, en los que no faltaron sus temas más aclamados por el público, como Terriblemente Cruel, La lluvia en los zapatos, La Llamada o Superpoderes, el primero; y Nuestro Baile del Viernes, Fascinado o Me llamo Abba, los segundos.



Además, Leiva, acompañado por su magnífica Leiband, en la que se encuentra su hermano Juancho de Sidecars, quiso transportarnos al pasado y a la época dorada de Pereza, interpretando Estrella Polar, Cómo lo tienes tú y la mítica Lady Madrid, con la que cerró el concierto por todo lo alto. En cuanto a Marc Ross y los suyos, levantaron a todo un festival con Carreteras infinitas, El Incendio y Estáis Aquí, temas icónicos de la banda que no pueden faltar en su repertorio, regalándonos además un tema nuevo, el cual nos pidieron que grabáramos y lo subiéramos a las redes etiquetándoles para ver cómo sonaba en directo, ya que era la primera vez que lo tocaban. No nos dieron pistas sobre su lanzamiento pero debo deciros que sonar, sonaba muy bien.

El sábado lo inauguraban Veintiuno, quienes pusieron la banda sonora de la sobremesa del sábado con sus temas de siempre, entre ellos, Mi Monstruo y yo, Nudes, Pirotecnia o La Llorería, que vio la luz hace relativamente poco y en el que están acompañados por La La Love You. Tampoco podían faltar sus dos nuevos adelantos, La Ruina y Escalofríos, que formarán parte de su nuevo álbum, del que aun no tenemos fecha de lanzamiento.


Tras ellos, la fiesta continuaba con Álvaro de Luna y Nil Moliner, que pusieron a bailar a todo el mundo, para dar paso a continuación a uno de los platos fuertes de esta jornada: Dani Fernández. Con el recinto lleno hasta la bandera, el de Ciudad Real se dejó la piel en el escenario, sorprendiéndonos con la colaboración de Alberto Jiménez, de Miss Caffeina, en Grace, la canción que comparten y que forma parte del último disco de Dani, «Entre las dudas y el azar». De este álbum también pudimos escuchar otros temas como Dile a los demás, Si tus piernas o Clima tropical, entre otras, además del ya conocido homenaje a Supersubmarina, que tampoco faltó en esta ocasión.

Mientras esto sucedía en el escenario principal, en el Escenario Bosque, Paul Alone nos demostraba que no se iba a achantar ante su competidor, dando un gran concierto a pesar de las circunstancias. Además, en este mismo escenario, poco antes habíamos visto a Ainoa Buitrago, que hizo valer el dicho de «las chicas son guerreras» con un show lleno de fuerza y vitalidad.

Pero la noche avanzaba y Miss Caffeina salían al escenario para presentar ante el respetable «El año del tigre», su último trabajo. Aunque en esta ocasión, el concierto fue algo diferente al que han estado haciendo el resto de la gira y en otros festivales, ya que contaron con dos colaboraciones de lujo: Dani Fernández, que se unió de nuevo a Alberto para cantar Capitán; y Rozalén, con el que nos regalaron uno de los momentos más emotivos de la noche al compartir Reina. Como he leído por ahí, es curioso que Alberto invitara al escenario a los dos artistas que actuaban justo antes y después que ellos, pero sea como fuere, siempre es un lujo disfrutar en directo de estas colaboraciones que no suelen darse todos los días.





De hecho, Rozalén tomaba el testigo de los «caffeinos» y nos preparaba con su concierto para el final de la jornada, que llegaba de la mano de Izal, los cuales debo decir que salieron con bastante tiempo de retraso, haciendo que la actuación de DJ’s programada para después como colofón de la noche tuviera que ser cancelada, debido a la normativa de terminar el festival a las 3 de la mañana. Por eso, aunque el concierto estuvo a la altura, fue un final un tanto agridulce que dejó a algunos festivaleros con no muy buen sabor de boca.

Como sugerencia, para la próxima edición, quizá el contar con dos escenarios en vez de uno aligeraría los cambios de escenario y haría que las esperas entre un grupo y otro no fuesen tan largas. Por lo demás, debo decir que el recinto era bastante cómodo y que la decoración de bosque mágico, así como las luces de colores y las performances de acróbatas y saltimbanquis, le daban a todo esa atmósfera de fantasía que hacía que fuera todo mucho más especial. Todo ello gracias al gran trabajo de Pablo Méndez Performances y a Jorge Blas, que amenizó con sus trucos de magia la espera entre conciertos.

En definitiva, a pesar de tener algunas cosas que se podrían mejorar, como lo mencionado anteriormente y el sistema de tokens (que se queda ya obsoleto teniendo la tecnología cashless que permite pagar de una forma mucho más rápida y efectiva), fue un bonito broche de oro a este gran verano lleno de festivales en el que hemos podido volver a vivir por fin la experiencia al completo sin restricciones debido a la pandemia como el año pasado. Además, el cartel ha estado a la altura de esta tercera edición y ha dejado el nivel muy alto para la próxima. ¡Ya estamos deseando ver qué sorpresas nos tienen preparadas!. Por cierto, no puedo terminar esta crónica sin darle las gracias a Ana Medina por su gran trabajo y por el buen trato que nos dio a la prensa desde el minuto uno, siempre pendiente de que no nos faltara nada. ¡Nos vemos el año que viene!
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