Poco a poco se va acercando la ansiada «vieja normalidad». Sí, aun queda camino por recorrer (como desprendernos por fin de las sillas y volver a ver los conciertos de pie) pero las salas vuelven a abrir sus puertas, tras meses cerradas por la pandemia, para acoger de nuevo música en directo en sus escenarios, lo cual, sin duda alguna, es una muy buena señal.

En esta ocasión, queremos hablaros de una de nuestras bandas favoritas y a la que también vimos crecer prácticamente desde el inicio, nuestros queridos Marsella. Los conocimos con su canción insignia, 5.11.16, y sus míticas chaquetas rosas en ese primer concierto en El Perro de la Parte de Atrás del Coche, y ya entonces nos hicieron entrever que tenían algo especial.

El pasado 18 de septiembre se despidieron de ellas con un concierto de lo más emotivo en Moby Dick Club. Pero tranquilos, que no os vamos a dar malas noticias. El desprenderse de las chaquetas que les dieron su sello de identidad, solo significa un cambio de etapa, ya que la banda estrena nueva formación y se encuentra preparando su nuevo disco, con el que seguro que nos sorprenden tanto como con el primero.

En horario vermú, Marsella reunió a todos sus seguidores, que no son pocos, en la mítica sala madrileña para despedirse de su primer disco, «Aquellas pequeñas cosas que nunca se fueron», y ya de paso, presentarnos a la nueva formación, que todo sea dicho, ha aportado un toque de aire fresco al grupo. A Germán G. Dobarco (voz) y Álvaro Pidre (guitarra), se unen Javi de Pabs (bajo) y Kat Almagro (batería), de forma más que acertada, ya que lograron un sonido compacto, de calidad, como si llevaran mucho más tiempo tocando juntos. Además, mención especial para Kat a la batería, ya que la dominó a la perfección y nos dejó a todos impresionados con su maestría.

A lo largo del concierto, nos deleitaron con temas como El incierto viaje rosa, con el que abrieron el show, Otro plan de huida, Amigos y otras decepciones, o uno de mis favoritos, Cuando me hundo. Y es que una de las principales características de Marsella es que todas sus canciones desprenden una alegría triste, esa mezcla de sentimientos encontrados, de estar hundido pero a la vez querer tirar para adelante y sacar lo mejor de ti. Por eso, es muy fácil sentirse identificado con sus letras, ya que son compatibles con cualquier estado de ánimo.

También hubo tiempo en el repertorio de versionar a un grande como es Iván Ferreiro y sus Años 80, que todos cantamos y coreamos como si nos fuera la vida en ello, ¿porque quien no se sabe eso de «será como aquella canción de los años 80, seré como el tipo que algún día fui…»? Aunque el momento más emotivo llegó después con Todo lo que fui, tema que Germán dedicó a su hermano, que ya no está, con unas palabras muy especiales y que no solo a él, si no a todos los asistentes, nos hicieron echar un poco la lagrimilla.

Pero como he mencionado antes, un concierto de Marsella es así, toda una montaña rusa de emociones, que no podía terminar de otra manera que por todo lo alto. Y es que reservaron para el final del concierto sus tres temas más aclamados y conocidos, La misma dirección, Histeria de lo nuestro y, obviamente, 5.11.16, canción con la que se presentaron en sociedad y con la que empezó nuestra relación con la banda.
Fue un concierto intenso en el que sentaron un precedente y dejaron claro que aun tenemos Marsella para rato, así que ya estamos impacientes por conocer los primeros detalles de su nuevo trabajo y ver con qué chaquetas o looks nos sorprenden para esta nueva etapa del grupo.
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