Entrevistamos a Laura Lorenzo Majón, encargada de la producción y backline de bandas nacionales

Desde En Clave de Indie queremos apoyar a todo el sector cultural, y con ello dar a conocer a los profesionales que hacen posible que veamos a nuestra banda favorita en un show sobresaliente.

Hoy entrevistamos a Laura Lorenzo Majón, que lleva más de 20 años trabajando en los escenarios, de los cuales 15 se ha enfocado más en la industria musical (también podemos encontrarla en la industria teatral). En algunas giras es la encargada de la producción y en otras, backliner. En estos años ha trabajado con artistas como Jorge Drexler, M Clan, Amaral, Duncan Dhu, Fuel Fandango, David Otero, Rulo y La Contrabanda, Mikel Erentxun, Iván Ferreiro y Zahara, entre otros.

¿Qué incumbe ser tour manager y/o road manager? ¿Qué crees que es necesario para serlo?

El tour manager es el motor que pone en marcha todos los engranajes de una gira. Posibilita que todas las partes implicadas en cada concierto se organicen para lograr el mismo objetivo. Es el responsable de coordinar o supervisar (dependiendo de cuantas personas haya en total en producción) todos los aspectos técnicos, logísticos, hospitalidad, documentación, comunicación con los promotores, velar por el cumplimiento de los puntos del contrato…

El road manager es el responsable de toda la logística, si hay un road manager libera al tour manager de varios ámbitos. Organiza a todo el personal para que cumplan horarios, coordinando los vehículos, trayectos, viajes, salidas y llegadas, alojamientos, comidas, tiempo de descanso… Además, chequea todo lo relativo a hospitalidad en el concierto, y se encarga de que todos los permisos y documentación estén en orden para poder viajar sin problemas. Trabaja en equipo coordinado con el tour manager.

Es necesario ser capaz de planificar, organizar y ejecutar el trabajo, de coordinar equipos generando una comunicación efectiva, tener conocimientos técnicos, estar preparado para asumir responsabilidad y para, de forma improvisada, tomar decisiones con criterio y sensatez. Todo con mucha paciencia.

¿Qué hizo que quisieras comenzar a formarte en esta industria? ¿Cómo comenzaste?

Desde pequeña sentía atracción por los escenarios, ver un concierto o una obra de teatro era fascinante, no recuerdo querer ser nada más, tenía claro que era mi lugar. Todo empezó cuando me apunté a un taller de teatro con 12 años. Al final de curso hicimos una función para las familias, y al acabar yo sólo quería hacerla una y otra vez. Me enamoré de todas esas sensaciones, la magia del escenario, la posibilidad creativa, la adrenalina, el trabajo en equipo, el respeto por el público… Y hasta hoy.

¿Qué es lo bueno y lo malo de tu profesión?

Lo bueno es tener la suerte de trabajar en lo que me gusta, de sentir que estás en el lugar correcto, es algo que no le pasa a todo el mundo. Lo malo es pasar tantos días lejos de tu gente, hay momentos que se te hace duro. Por ejemplo, cuando hay bolo el día de tu cumpleaños… Pasas las horas entre la prueba y el show en un hotel de lujo, con unas vistas maravillosas a una ciudad preciosa y piensas: «Deberías sentirte una privilegiada, Laura, hay gente que trabaja duro por tener esta oportunidad laboral, ¡espabila!». Pero tú estás llorando deseando estar en casa, en tu fiesta de cumpleaños. Después, vas al recinto, cenas con tus compañeros, que a estas alturas ya son grandes amigos porque pasas mas tiempo con ellos que con nadie. Entonces, te llega un mensaje de tus hermanos, «Felicidades tata, buen bolo”, arranca el bolo y en ese momento te sientes una privilegiada de verdad, de corazón.

¿Cómo comienzas a planificar un concierto?

Lo que haces con más antelación es reservar hoteles, con posibilidad de cancelación por si hay sorpresas. Después, más cerca de la fecha del bolo, me pongo en contacto con la producción local, para empezar a coordinar a ambos equipos técnicos, compartir la información de ambas partes, chequear con tu equipo que nos falta y empezar a luchar para que te lo proporcionen.

¿Qué es lo que más valoras al planificar una gira?

Valoras todo a la vez, muchas cosas, que el transporte sea cómodo, hoteles agradables y cerca del recinto y con parking vigilado para la furgo, que las comidas tengan un mínimo de calidad, horarios razonables para que los técnicos no sufran agotamiento extremo, … Y todo ajustándote al presupuesto. El objetivo es conseguir la mayor comodidad posible para todos con los recursos disponibles.

¿Cómo te organizas en un día de bolo?

La noche anterior al concierto reviso absolutamente todo varias veces. Después, intento dormir el máximo posible y desayunar fuerte, porque aunque tengas una previsión logística ajustada y fiable nunca sabes con certeza cuándo comerás o te acostarás otra vez, puede pasar cualquier cosa.

¿Cuáles crees que son las cosas más importantes para que el show salga bien?

Lo más importante es el equipo humano. Claro que todo lo demás es importante, todo suma, una buena previa es esencial, si lo tienes todo planificado al detalle, todo funciona mejor la mayoría de las veces. Pero nada te garantiza que no sucederá un imprevisto catastrófico y pasemos el resto del día apagando fuegos. En esas ocasiones, te das cuenta de que tus compañeros y tú sois capaces de hacer lo imposible para cumplir con el trabajo.

La producción en una gira sois como los padres y madres de esta, veláis por todo el equipo y resolvéis la gran mayoría de los problemas, ¿Qué es lo más raro que has tenido que solucionar?

Todos resolvemos problemas, ante una situación complicada cualquiera que tenga un as en la manga se lo juega sin dudarlo. Es cierto que la producción resuelve más porque es parte del trabajo. Siempre coordinamos las soluciones sean nuestras o no, pero creo que el mérito es de todos.

Una de las cosas más raras fue en un concierto de M Clan hace bastantes años. En aquella época yo, con poca experiencia, era la road, y Jokin Aizpurua el tour manager, «el profe, el master, dios, el espíritu santo y el mago que sacó la varita mágica de su chistera.» Un par de horas antes de arrancar el bolo empezó a hacer un viento brutal que movía toda la estructura, se iba a caer, así que vinieron los bomberos a suspenderlo porque no era seguro. Jokin empezó a hacer llamadas, a correr de un lado para otro… Consiguió que trajeran dos tráileres bien cargados, ubicó uno a cada lado del escenario y apuntalaron la estructura a ambos camiones, y el concierto empezó puntual porque esa estructura se movía menos que la rodilla de un clip de Playmobil.

A parte de trabajar como tour y road manager, también hemos podido verte como Stage y Backliner. ¿Cómo gestionas estar al día en tantos ámbitos? ¿En cuál te sientes más a gusto?

Me gestiono todo lo bien que me da la vida, me planifico con más antelación que de costumbre. Las previas de producción las intento cerrar antes, y el backline me lo estudio con fotos y chuletas aprovechando los viajes en la furgo. Si me vuelvo loca, que a veces pasa, que te despiertas en un hotel y no sabes ni dónde estás, entonces pido ayuda a mis compañeros para llegar a todo y asegurarme de que el trabajo estará bien hecho.

Me siento a gusto en todos, depende mucho de la gira que haga y no tanto del puesto que ocupe. Tengo preferencias en función de cosas como haber trabajado con el artista anteriormente, conocer al equipo técnico, si coincido con amigos personales, en qué trabajo aprenderé más cosas… Son factores que me influyen más a la hora de elegir ser backliner con este o road con el otro.

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Cómo Stage manager, uno de los cargos es la completa responsabilidad en el escenario (planificación, montaje, prueba de sonido, desmontaje,…), abarcando todas las áreas técnicas. ¿Cómo buscas la máxima eficacia de la crew para hacerlo en el menor tiempo posible y de la mejor forma?

Trabajar en equipo es la clave. En los escenarios trabajamos soportando mucha presión y, aunque hay variables que podemos controlar, hay otras que, a pesar de no depender de nosotros, nos limitarán. Para ser efectivos hay que hacer una buena coordinación entre tu equipo técnico y el equipo técnico que te recibe, es la única forma de sacar el máximo rendimiento. Lo ideal es que ambas partes participen en la planificación del concierto, que compartan la información y que se ajusten, en la medida de lo posible, a un punto medio en el que todos puedan trabajar cómodos garantizando la más absoluta profesionalidad. Mi trabajo empieza por formar un equipo con mis compañeros, conocerlos, tener presente que tenemos el mismo objetivo, definir muy bien las responsabilidades de cada uno, y tener mucha comunicación para elaborar un buen plan de trabajo que les facilite hacer su tarea, de la mejor forma, en el menor tiempo posible.

¿Qué haces los 10 minutos previos al concierto?

En producción, el aviso de que nos quedan 10 minutos, compruebo que el equipo técnico esté preparado y voy a la puerta del camerino, chequeo si el artista o los músicos necesitan ayuda con algo. Después les acompaño al escenario. Si hay chequeo de líneas espero al ok y arrancamos.

Como backliner me paso los últimos minutos afinando una última vez todos los instrumentos, comprobando que está todo perfecto en el escenario y en mi mesa de trabajo.

¿Cuál ha sido tu mejor bolo hasta la fecha? ¿Y el peor?

Tengo un cariño especial a los bolos de las primeras veces. La primera vez en un festival con M Clan, la primera vez en latinoamérica con Duncan Dhu, la primera vez con un artista al que admiro profundamente como Drexler

El peor fue un bolo de David Otero. En la prueba de sonido, Carlos Vera, el teclista, se cayó del escenario al suelo de espaldas desde una altura considerable. Le vi desaparecer y bajé corriendo, descubrimos que por los pelos no se había golpeado la cabeza de forma peligrosa, así que nos lo tomamos con alegría, pero el susto me duró varias horas. Carlos tenía mucho dolor pero decidió seguir con el concierto para celebrar que estaba vivo, le puse varias bolsas de hielo por la espalda y se las sujeté con cinta americana, era cómico y trágico a la vez.

Durante todos estos años de carrera, ¿cuál ha sido la producción más complicada a la que te has enfrentado?

Una bastante difícil, aunque seguro que no la más complicada, fue la del concierto homenaje a Tom Petty en la Sala But. Carlos Tarque, gran amigo, me propuso hacerlo juntos, pensaba que sería algo pequeño con unos pocos amigos suyos aunque bastante conocidos. Cuando nos dimos cuenta aquello era un festivalaco que se nos había ido de las manos, sold out, colas en la puerta, gente rogando para entrar y con más artistas en ese camerino que estrellas en el Paseo de la Fama. La idea molaba pero con tanto famoso y tanto público y tanto invitado tenía imprevistos cada dos minutos, mi trabajo previo era para un anuncio; para la publicidad y la realidad era que tenía por delante toda la saga del Señor de los Anillos… Aparecían instrumentos de unos, faltaban instrumentos de otros, era físicamente imposible acceder al camerino para ir buscando al artista al que le tocaba salir, uno quería probar esto, otro quería cambiar la reverb, el orden o cambiar la colocación del backline, salgo a cantar aquí, no, mejor acá, …

Éramos un equipo técnico muy, muy, muy pequeño y nada prevenido para un evento con tanta gente en el escenario. Pero a la par grandes profesionales de la industria, Cassinello, Shipley y Gorka Mondragón improvisaron soluciones, resolvimos con elegancia, y dejé de usar la típica frase que le contestaba a un artista, “Déjame que lo chequeo” y esa noche empecé a usar un “NO” rotundo, de todo se aprende y «sonó de puta madre.»

¿Qué consejo le darías a alguien que está comenzando?

Si lo único que me aportase este trabajo fuese dinero, hace tiempo que lo habría dejado. Te tiene que dar algo más, si sólo lo haces por la pasta búscate otro empleo que sea menos cansado, que la producción es muy cansá. Hay días maravillosos y días de mierda, sí, vale, tienes razón, eso mismo pasa en la mayoría de los trabajos, estamos de acuerdo, pero es que aquí no llega el día en el que puedes aflojar y trabajar un poco menos, aunque sólo sea un poquito menos, un poquitito menos, una pizquita, una migaja, una miguita o pellizquín, una gotica, una porción, una pulguita o trocitín, porque eso… eso SÍ PASA EN LA MAYORÍA DE LOS TRABAJOS. ¿Pero aquí? Aquí hay días en los que se trabaja mucho, y otros días EN LOS QUE SE TRABAJA MÁS, ¿ESTAMOS?

Dicho esto… ¿Estás completamente seguro? ¿De verdad es lo que más te gusta del mundo mundial? ¿Palabrita del niño Jesús? Si tu respuesta es sí entonces estudia; estudia mucho, estudia todo, estudia más, fórmate en todos los aspectos técnicos que integran un concierto, en todos. Haz cursos o másteres o grados o lo que sea que haya ahora, que te enseñen producción, gestión, organización, planificación, encaje de bolillos, aunque sólo sea la teoría, que te enteres un poco. Después, vienes y te pegas al culo de algún veterano de los que se inventaron este trabajo, y que te haga correr cual becario, y estando tan preparado espera, espera, espera tu momento, porque toda esta gente en algún momento tendrá que retirarse y dejar hueco. Llegará tu momento, y entonces aprenderás que es un trabajo inestable pero bonito, agotador pero bonito, estresante pero bonito, y lo más bonito de todo es que podrás elegir cuándo, cómo y con qué artista quieres trabajar, porque los mejores siempre eligen, y te garantizo que eso mismo pasa en la mayoría de los trabajos.

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